Dicen que Jerusalén es la capital mundial de la fé. Es ciudad sagrada para los judíos, los cristianos y también para el Islam. Yo me decidí a emprender este viaje por una cuestión religiosa, quería experimentar las sensaciones que otros católicos como yo me habían dicho que sintieron al pisar, por ejemplo, la Iglesia del Santo Sepulcro o la Iglesia de Santa Ana, donde se dice que nació la Virgen María. Me marcó mucho el paseo que dimos a través de la Vía Dolorosa, que es el camino que hizo Jesús con la Cruz. También recuerdo cómo me impresionaban ver a las cientos de personas que apoyaban sus cabezas mientras rezaban ante el Muro de las Lamentaciones. Sentí que era una ciudad segura, pese a los conflictos periódicos y el grave problema que les enfrenta a los palestinos. Quisimos visitar el Museo de Israel, pero apenas le dedicamos un par de horas ya que es grandísimo, con miles de piezas de arte y arqueología en su interior. Querría regresar algún día para conocer más cosas y poder sentirme de nuevo tan cerca de una parte fundamental de la historia de la civilización.

Publicado hace 12 años en Asia > Asia Central