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Juicios, prejuicios y torpezas (parte 1).

Ceci - Viajar para compartir(nos)

Llevábamos un tiempo en Couchsurfing, nos parecía genial recibir extraños en casa y convertirlos en amigos. Escuchar que suena el timbre y saber que es alguien a quien nunca viste y viene a compartir tu casa por un tiempo, es una sensación nueva cada vez que sucede, y nos encanta.
Sin embargo, esta vez era distinto. Era nuestra primera vez “del otro lado”, encaminados a la casa de alguien para pasar un par de noches ahí. Era absolutamente diferente.
Nuestro día ya tenía muchas horas; habíamos salido de Rosario a Ezeiza, de Ezeiza a Londres y de Londres a Roma. En Roma habíamos dejado las valijas en Termini para recorrer la ciudad y cuando empezó a caer el sol volvimos por nuestro equipaje para encaminarnos a nuestro hogar romano.
Desde Termini tuvimos que tomar un bus y esperar a que terminara el recorrido, ya en el bordecito de la ciudad, y en plena noche, caminamos unas muchas cuadras para encontrar la calle y el numero, validos de nuestros mapas previamente impresos. Estábamos agotados, llevábamos muchas horas sin dormir y las rueditas de nuestras valijas se destruían en las calles adoquinadas de Roma.
Nos mirábamos preocupados, estaba todo muy oscuro, repetíamos la dirección y leíamos carteles, nos reíamos de puro nerviosos.
Llegamos a la calle y encontramos el numero… era una puerta enorme que daba a un conjunto de edificios. El portero tenía algo así como trescientos timbres, nosotros no teníamos referencia de cual podía ser. Solo teníamos una calle y un número.
Nos enojamos mucho. Como puede ser? Seguro algún bromista creó un perfil para reírse de la gente, seguro que este hombre no existe y nos hizo cruzar la ciudad como una perversa forma de diversión.
Estábamos en la nada…
Tocamos un par de timbres invocando el nombre de nuestro supuesto anfitrión… nadie tenia registros, eran cientos de viviendas las que se ubicaban al cruzar esa puerta. Con total pro actividad, nos decidimos a encontrarlo (si es que existía). Gritamos su nombre, interrogamos vecinos, elegimos timbres basándonos en criterios de lo mas disparatados. Nada.
Casi rendidos, interpelamos a una pareja joven. Tampoco lo conocían, pero tenían miedo por lo que nos podría pasar (además de tenernos un poquito de miedo a nosotros). Le explicamos de Couchsurfing, le explicamos lo que sabíamos de la persona a la que buscábamos…. Ella lo miro a el, conversaron algo y nos invitaron a pasar a su casa. No podían recibirnos, pero nos prestarían su wi fi para que busquemos un hostel.
Cuando entramos a su casa sentimos un increíble alivio, no pasaríamos la noche ahí (aunque mirábamos su alfombra con cariño), pero sabíamos que no estábamos a la deriva, esas pequeñas acciones que te dan felicidad. Mientras buscamos hostel en la web, revolvíamos bolsos para llenar de regalitos argentinos a estos dos chicos. Ellos sugerían alternativas y se preocupaban de vernos solitos por el mundo.
Tomamos lo que nos convidaron, reservamos un hostel, y seguimos sus instrucciones para llegar a él. Nos acompañaron hasta la puerta y nos despidieron con una frase tranquilizadora que al día de hoy nos produce mucha risa;
“Vayan tranquilos, este barrio es seguro, hay muchos latinos, pero no se preocupen, es seguro”.

12/02/2013 19:55:23

Publicado hace 12 años en Viajar por Europa > Italia

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