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Cuando dormir es mucho pedir.

Ceci - Viajar para compartir(nos)

La historia comienza temprano, un día como cualquier otro… nos levantamos en nuestra cama, siendo las siete de la mañana. Hasta ahí, podría haber sido cualquier día. Sin embargo, una hora más tarde estábamos en el auto en camino a Ezeiza, ciudad en la que se emplaza el aeropuerto internacional de Buenos Aires.
Cinco horas después, hacíamos el check in en South African Airways.
Dos horas más tarde, abordábamos un vuelo de diez horas con destino a Johannesburgo.
Estábamos verdaderamente cansados al embarcar, pero no tenemos dificultad para dormir en viaje. Apenas nos sentamos, sacamos las frazaditas de la bolsa y nos abrochamos el cinturón de seguridad sobre ellas de forma tal que la azafata no nos despierte para chequearlo.
Entonces, conocimos a nuestros primeros interruptores de descanso. Junto a nosotros y a causa del año nuevo chino, había muchas familias de esa nacionalidad. Durante el vuelo uno de los chiquitos no estaba para nada feliz y tomo la decisión de llorar las diez horas de viaje. Por supuesto que los demás niños no quisieron quedarse atrás y se sumaron al coro. Para completar el cuadro, un hombre decidió ponerse a hacer ejercicios y saltar como en el gimnasio, pero en el avión, al lado de mi cabeza.
En ese estado llegamos a Johannesburgo a las 8.30 am.
Como somos muy resilientes, optamos por ignorar el cansancio y explorar la ciudad. Un amigo pasaría por nosotros en la terminal de buses a las 18.30
Nuestra primera acción en tierra sudafricana fue confiarle las valijas a un completo desconocido y estrechar su mano como garantía de confianza mutua.
Libres de equipaje, emprendimos camino; visitamos dos museos y un puente antes de confesarnos mutuamente que no estábamos en condiciones de continuar. Volvimos a la estación y buscamos algún banquito para descansar un poco, pero estaban todos ocupados por pasajeros en espera. Fuimos a la planta alta y nos acomodamos en una escalera en un lugar alejado y cuando acabábamos de cerrar los ojos, una persona de seguridad nos indico que sentarse en la escalera no estaba permitido, porque para eso hay bancos (le explicamos que no había bancos libres, y volvió a repetir que en la escalera no).
Como pudimos nos levantamos y divisamos a lo lejos unas sillitas vacías, llegamos hasta ellas y nos sentamos. Un señor salió de una cabina y nos informo que esas sillas estaban afectadas a la gente que esperaba para hacer alguna operación bancaria y no podíamos estar ahí. Nos hicieron levantar.
Finalmente encontramos un lugar en planta baja y nos habíamos dormido cuando una policía con golpecitos de birome en la rodilla nos dio los buenos días irónicamente y nos explico que no estaba permitido dormir (si, si…. Así como suena, la mujer trabaja de despertar personas en la terminal)
Dimos vueltas pensando que hacer, estábamos al borde del desmayo. Hasta que recordamos haber visto unos vagabundo dormir en el césped frente a la estación y allí nos fuimos. Los espacios con sombra estaban ocupados, pero al rayo de sol tiramos las camperas, abrimos el paraguas y así nos regalamos la primera siesta de África. Nada fácil!

10/04/2013 21:31:22

Publicado hace 12 años en Viajando por África > Egipto

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