Tengo un buen amigo nacido en Marruecos, concretamente en la ciudad de Fez, que en la actualidad reside con su familia en Málaga, donde tiene sus negocios, Abdul, que así se llama, siempre presume de su origen y de su sentimiento andalusí. Me cuenta que es descendiente directo de aquellas familias musulmanas que expulsaron los Reyes Católicos de Al-Andalus durante los siglos X y XII. Mi amigo Abdul me invitó en una ocasión a visitar su ciudad de nacimiento en Marruecos. Fez, es una de las más antiguas ciudades del norte de Marruecos, fue un importante centro religioso y comercial, por aquí pasaban las rutas comerciales que unían el océano Atlántico y el Mediterráneo con los países Subsaharianos.
Fue fundada por el gobernador marroquí Idris II en el 808 d.C. y se construyó aquí la célebre mezquita de Mulai Idris, lugar sagrado al que sólo pueden entrar los fieles. También en Fez puede verse la gran mezquita Qarawiyin, que después de la de Casablanca de reciente construcción, es la más grande de África. Fue un centro educativo, cultural y religioso durante siglos y es venerada por su significado espiritual.
Al centro neurálgico de la ciudad, se le denomina Medina, se le considera la zona vieja de la ciudad, y esta declarada monumento protegido por la Unesco desde 1967.
Hoy en día, la medina es un laberinto de calles estrechas, delimitadas por las antiguas viviendas, comercios y talleres, que se mantienen en pie gracias a la construcción de contrafuertes y que cada vivienda sostiene a las de al lado. La ciudad es famosa por su confección textil, la industria del cuero y los alfareros. Los monumentos más conocidos son la Mezquita de Moulai Idris (del siglo IX, reconstruida en el XIII), la tumba del fundador de la ciudad, la mezquita Qarawiyin (fundada en el año 859 y ampliada hasta el siglo XIII), la medersa Bu' Inaniyya, una residencia para estudiantes del Corán que fue construida en 1355 y la mezquita de los andaluces (fundada en el 860 y ampliada en el 1200). Por la mañana es una ciudad muy bulliciosa, llena de gente que deambula entre comercios, comprando y la mayor parte de las veces, solo observando, y luego al atardecer, adquiere otra velocidad. A esta hora la medina es mucho más relajada y menos agobiante.
Fez oculta entre sus muros de adobe aparentemente anónimos palacios, mansiones, mezquitas y jardines que son como pequeños remansos de paz que sobreviven entre el jaleo de las calles. Los musulmanes son muy celosos de su intimidad y viven el interior de sus casas de forma que se puede encontrar un mundo diferente al que se intuye desde la calle, claro ejemplo es la casa de mi amigo Abdul, nada aparente desde el exterior, pero una vez dentro de la vivienda, goza de una calidad y un confor en sus estancias dificilmente imaginable a primera vista .
Al ir acompañado de un musulman, me permitieron la entrada en la Mezquita, cosa por la que yo tenía mucho interés. Mi amigo y su familia me trataron en todo momento de una forma extraordinaria, tuve que alojarme sí o sí en su casa y me mostraron todo lo mejor de su ciudad, una ciudad acogedora y hospitalaria que os recomiendo que visiteis donde estos emigrantes hispánicos, trajeron el arte andalusí, su cultura y forma de ser propias, que quedaron a lo largo del tiempo reflejadas tanto en el arte como en las costumbres. Como monumento destacado de esta ola de emigración, está la Mezquita de los Andaluces, que se reconoce por su minarete verde, el color del Islám.

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